jueves, 12 de mayo de 2011
“¿No ardía nuestro corazón?”...
VICE-VINCIA DEL CARIBE
“¿No ardía nuestro corazón?”...
Esta Pascua ha sido muy significativa para las Hijas de Jesús del Caribe. El Viviente se nos ha presentado con una nueva luz carismática. ¡Gracias María Inés por ser el instrumento!
Los diferentes encuentros con Superioras, consejos, REC y todas las hermanas del Caribe ha revitalizado la herencia del carisma.
Los diferentes encuentros con Superioras, consejos, REC y todas las hermanas del Caribe ha revitalizado la herencia del carisma.
El 30 de abril, nos encontramos en Santiago todas las hermanas de Cuba y República Dominicana con el deseo profundo de recibir nueva luz para continuar, en fidelidad, el camino emprendido en esta tierra caribeña hace 56 años. La Palabra de Dios abrió y envolvió la experiencia de este día.
La Luz nos vino por el documento Fontal de la Congregación: La Fórmula. En ella está contenido lo fundamental que debemos vivir las Hijas de Jesús.
La Luz nos vino por el documento Fontal de la Congregación: La Fórmula. En ella está contenido lo fundamental que debemos vivir las Hijas de Jesús.
La primera parte nos hizo revivir la llamada a la santidad en comunión con la humanidad. Para ello debemos abrirnos al Espíritu a través de una oración confiada e iluminada por la Palabra.
La segunda y tercera parte explicitan la anterior, en su dimensión de gobierno y pobreza evangélica.
La segunda y tercera parte explicitan la anterior, en su dimensión de gobierno y pobreza evangélica.
Nuestra forma de gobierno es para que fluya la vida con el aporte en red de todas y cada una. Tarea entusiasmadora de corresponsabilidad. En las comunidades locales es donde se expresa el dinamismo congregacional, siempre que estemos siendo reflejo de la vida de Jesús.
Nuestra pobreza para que sea evangélica debe ser para ir…, siendo libres de todo lo que nos ata y manifestando siempre el don de la alegría al experimentar que “en Jesús todo lo tenemos…”
Nuestra pobreza para que sea evangélica debe ser para ir…, siendo libres de todo lo que nos ata y manifestando siempre el don de la alegría al experimentar que “en Jesús todo lo tenemos…”
Al final, mirando la luz que irradia nuestra Fórmula, hemos experimentado la vida que brota desde el Resucitado a través de ella y nos hemos sentido agradecidas y relanzadas a la misión encomendada.
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